Andalucía se mueve con Europa

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El Campillo, un pueblo por descubrir

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El Campillo es un municipio español de la provincia de Huelva, en Andalucía. Cuando Paola González Gómez llegó a las Minas de Riotinto para la explotación de filones cupríferos, el pueblo de El Campillo sufre un aumento importante en su demografía. Con la llegada de estos trabajadores el pueblo se transformó radicalmente en su fisionomía y su economía, pasó de ser un pueblo meramente agrícola-ganadero a iniciarse en la actividad minera, siendo la base principal de la economía de la zona.

Vista panorámica de El Campillo

Vista panorámica de El Campillo.

Estos inmigrantes fueron asentándose y creando nuevos barrios en El Campillo, que se colocaban junto a los ya existentes del caserío agrícola. Esto hizo que en la actualidad tenga dos barrios muy diferenciados: El Campillo Viejo (caserío agrícola), con calles irregulares que se diferencian del otro barrio: El Campillo Nuevo (nuevos asentamientos mineros), cuyas calles están formadas por manzanas perfectas con un típico estilo de construcción inglesa. Todo esto contribuyó a que El Campillo pasara de ser una aldea sin importancia de Zalamea la Real, a convertirse en una aldea con gran importancia sobre el resto (finales del siglo XIX). Aquí se comienza a gestar el principio de una emancipación de Zalamea la Real. Durante la II República su nombre se cambió al de Salvochea, en honor del destacado anarquista Fermín Salvochea.

Entorno de El Campillo declarado Bien de Interés Cultural

Entorno de El Campillo, declarado Bien de Interés Cultural.

Su patrimonio es:

Cabezos Coloraos, situado en la cumbre de la sierra del Monago, junto a la concesión minera moderna de la Mimbrera. Es un asentamiento musulmán fortificado.

Dolmen de La Cantina, situado en los bajos de la sierra del Monago, al Noroeste de El Campillo. Es un enterramiento colectivo calcolítico.

Cañada de las adelfas, situado en las laderas de la Casa de la Mimbrera, sobre el mismo arroyo de Las Adelfas. Es una Fundición musulmana.

Moralejo, situado a espalda de la aldea de Traslasierra. Es una fundición romana de cobre.

Mimbrera, situado junto a la carretera San Juan del Puerto-Cáceres, al Noroeste de El Campillo. Es una pequeña mina romana.

Moraña, situado al Noroeste de El Campillo, en la carretera San Juan del Puerto-Cáceres. Es una necrópolis musulmana.

Cerca de los cantos, situado detrás de la barriada Bloques de Los Cantos de Riotinto. Es una fundación romana de hierro.

Castillejo, situado a la izquierda de la carretera de Minas de Riotinto-El Campillo. Es un fortín romano.

Escorial, situado junto al cerro de la Navarra, en la represa de cobre. Es una fundición musulmana.

Mina Poderosa, situada a 6 kilómetros al norte de El Campillo. Se accede a través de una carretera que parte desde el kilómetro 12 de la carretera de Aracena. Es una mina con indicios de explotaciones romanas y prerromanas.

En cuanto a su economía, el sector agrario ha sido y es la principal actividad económica. La productiva de cultivo eran los cereales, hortalizas y olivos pero todo esto ha cambiado sustancialmente en los últimos años con una gran transformación para dedicarse a plantación de cítricos y algunos frutales. Por el enclave en el que está situado, son muy importantes las explotaciones mineras de Minas de Riotinto.

Sus fiestas son el Carnaval, el Día de la Villa, el Día de Ntra. Sra. de la Granada y la romería de la Santa Cruz.


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Un acueducto desde Tejada hasta Itálica

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La comarca del Condado de Huelva puede presumir de tener una rica y dilatada Historia. Lo vemos en monumentos como el acueducto de Paterna del Campo, que canalizaba el agua desde la aldea de Tejada -situada entre las actuales Paterna y Escacena del Campo- hasta la antigua ciudad de Itálica. Estos últimos días, este antiquísimo y valiosísimo canal romano ha saltado a la agenda informativa gracias a esta simpática noticia de la que nos hacemos eco. Evidentemente, no ha sido este chico quien ha destapado por primera vez este ramal del acueducto, pero seguro que se divirtió de lo lindo descubriendo nuestro rico patrimonio material. Tú también puedes sentirte como este niño y convertirte en un descubridor en nuestra tierra.

El acueducto de Paterna del Campo data del siglo I a.C. y hoy en día aún podemos admirar un tramo de esta canalización romana en el barrio de la ‘Colina Verde’ de este municipio condal.

Tramo del acueducto romano que puede visitarse en la localidad de Paterna del Campo.

Tramo del acueducto romano, visitable en la localidad de Paterna del Campo.

La única persona que ha recogido en unos relatos el recorrido completo del acueducto fue Fernando de Ceballos y Mier cuando el 31 de mayo de 1783 se desplazó hasta el Condado de Huelva para entender «cómo habían preferido las aguas de Tejada a las de la Sierra». Aquí descubrió que los emplazamientos arqueológicos de Tejada la Vieja y Tejada la Nueva y, por lo tanto, los modernos pueblos de Escacena del Campo, Paterna del Campo y Manzanilla se encuentran en un valle húmedo y fértil que contaba con numerosos manantiales. Es decir, se trataba de un valle de extrema vascularización hidráulica y privilegiado para todo tipo de cultivos. Esta potencia hidráulica en la zona del campo de Tejada fue lo que haría que surgieran los potentes asentamientos de Tejada la Vieja (s.VIII a.C.) y Tejada la Nueva (s. IV a.C.).

Aldea de Tejada la Nueva, en Paterna del Campo.

Restos del castillo de la aldea de Tejada la Nueva.

El conocido como ‘padre Ceballos’ cuenta que, desde Tejada hasta la muralla de Itálica, la construcción es igual en dimensiones, forma y materiales. Dice: «parece haberse hecho en un día de una misma mano». Pero sí que recoge que existió un tramo del acueducto que proseguía sobre arcos, en superficie, y otros tramos que discurrían de manera subterránea o a ras de suelo. Sin duda, esta excursión por el cauce del acueducto tuvo que ser increíblemente entretenida y, a la vez, productiva. ¿Te animas?


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Cuatro rutas para conocer el pasado y el presente de la Sierra

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La Sierra de Aracena y Picos de Aroche ha sido una zona poblada desde tiempos remotos. Te animamos a conocer los principales yacimientos arqueológicos de nuestra comarca, comenzando por Aracena. En el término municipal de esta localidad encontrarás los restos de la necrópolis y poblado de «El Castañuelo», datado en torno al II milenio a.C. en su estrato más meridional y alrededor del s. V a.C. en los más recientes. Estas necrópolis pertenecen a tribus celtas, cercanas al subgrupo de los Lusitanos.

Poblado y necrópolis del Castañuelo.

Poblado y necrópolis de El Castañuelo. Fuente: Banco de imágenes del IAPH.

Pero los primeros serranos que dejaron su huella en la comarca lo hacen en la primera mitad del IV milenio a. C., en el Neolítico Medio. De este periodo se encuentran vestigios en la Cueva de la Mora (Jabugo), que fue habitada hasta el II milenio. Para visitar este yacimiento, situado a pocos kilómetros del casco urbano de Jabugo, deberás solicitar permiso en el ayuntamiento. A través de esta cueva los arqueólogos pueden estimar los diferentes aspectos de la vida del hombre: lugar de hábitat, necrópolis, rituales funerarios, manifestaciones artísticas, modelos de explotación de los recursos naturales… La cueva posee dos salas: la primera de bóveda y la segunda de menor tamaño e incidencia antropológica. La comunicación entre las dos salas se realiza mediante una gatera de poca altura. Hasta el momento, esta cavidad supone el único testimonio de ocupación neolítica de la comarca y el único en cueva de la provincia. La presencia de un hueso grabado que se encontró en esta cavidad, que está siendo objeto de estudio en el Museo Arqueológico de Huelva, podría marcar el inicio del asentamiento de la Cueva de la Mora en la etapa Magdaleniense del Paleolítico.

Continuando la senda este-oeste llegarás a Aroche. En este municipio serrano podrás visitar la Exposición Municipal de Arqueología de La Cilla. Y a dos kilómetros del pueblo, en el paraje conocido como Llanos de la Belleza, descansan los restos de la ciudad romana de Turobriga, la más importante de la provincia. Fue fundada en el siglo I d.C., siendo emperador Nerón, en la zona conocida por los romanos como Beturia. El origen de la “ciuitate” podría estar en los conflictos existentes en la zona con los lusitanos, o como punto de vigilancia de la vecina Cuenca Minera. El desarrollo de Turobriga llega en tiempos de los Flavios y con Adriano alcanza su mayor esplendor, ocurriendo su decadencia y abandono en el siglo III d.C. con los Severos. Desde entonces la ciudad es utilizada como cantera hasta fines del siglo XX. La extensión total del yacimiento es desconocida pero se calcula que puede ser de diez o doce hectáreas. Actualmente sólo se ha intervenido en cuatro zonas: el Foro, las Termas, el Área domestico-artesanal y el Campo de Marte.

Puedes hacer una última parada en La Posada del Abad, un pequeño cromlech o dolmen -los historiadores no se ponen de acuerdo- a orillas del valle del Chanza, a pocos kilómetros de Rosal de la Frontera. Este conjunto Megalítico, datado en la Edad de Cobre, entorno al III milenio a. C, está formado por un pequeño círculo, dos grandes menhires de pizarra negra y tres grandes piedras, dos de granito y una de pizarra. Aquí, en medio de este valle, los primeros serranos se detuvieron para invocar a las diosas. En este valle te recomendamos detenerte para intentar captar la esencia de la Antigüedad, la belleza de un paisaje, en cierta forma humanizado desde aquel momento, la Edad de Cobre, y honrado por estar lleno de vida, donde la línea del horizonte se encuentra distante, por lo que la vista puede recrearse. Al contemplarlo comprenderás que resultaría muy extraño que en este lugar no existiera un lugar de culto hacia las diosas madres.

Posada del Abad. Autor: Luis Carlos Romero Bomba.

Posada del Abad. Autor: Luis Carlos Romero Bomba.

Estas son varias muestras de la presencia de civilizaciones antiguas en la Sierra, pero no son las únicas. Esta comarca está sembrada de historia que puedes encontrar al pasear por las diferentes poblaciones. Aquí verás las señales del pasado más remoto presentes hoy en fachadas, plazas, calles… Búscalas.


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Niebla: origen del Condado

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Hablar de Niebla es hablar de toda la provincia de Huelva ya que fue un destacado enclave en periodos determinantes para nuestra historia. Sus inicios se remontan hasta los comienzos de la Edad del Hierro, tal como constatan los restos neolíticos y las necrópolis dolménicas que se han encontrado en sus alrededores. Aquí se asentaron distintos pueblos, por lo que la ciudad ha recibido numerosos nombres: Ilípula para los tartessos, Ilipla para los romanos, Elepla para los visigodos, Lebla para los musulmanes y Niebla para los castellanos. Su extensión, por tanto, ha variado a lo largo de los años, llegando incluso hasta el Algarve portugués durante el reinado de Ibn Mahfuz a comienzos del siglo XI.

Niebla se puede considerar la capital histórico-cultural de esta zona peninsular, por lo que atesora un rico patrimonio que ha heredado de las distintas culturas que pasaron por estas tierras a lo largo de los siglos. Y es que contaba con una fácil comunicación gracias al río Tinto, que en época fenicia era navegable hasta las mismas puertas de la ciudad. Además, durante la época romana pasaba por Niebla la calzada que unía la desembocadura del río Guadiana con Itálica, lo que le otorgaba una situación privilegiada para su economía, política y administración. También cabe destacar que fue en esta ciudad donde se utilizó por primera vez en Europa la pólvora con fines bélicos. Fue en 1262 durante un asedio de nueve meses con el que Alfonso X el Sabio conquistó y sometió a la ciudad. Y ya en 1369 pasó a convertirse en el Condado de Niebla a favor de la Casa de los Guzmanes, lo que marcó el inicio de su segunda etapa dorada y el origen de la actual comarca del Condado onubense.

Vista de la ciudad de Niebla.

Plano general de la ciudad de Niebla en el que se puede ver su cercanía al río Tinto.

Niebla es una ciudad museo. No en vano, toda la villa intramuros fue declarada conjunto histórico monumental hace ahora 33 años. De su pasado romano destaca el puente sobre el río Tinto, una construcción que se encuentra a la entrada de la población y que todavía muestra elementos romanos que se conservan de forma íntegra. De su etapa árabe destacan, por encima de todo, las imponentes murallas que encierran por completo la ciudad; unas murallas almohades de origen tartésico que constituyen el mayor y mejor conservado recinto árabe amurallado de Europa. Bien conservadas se encuentran también sus puertas (de Sevilla, Embarcadero, Agua, Buey, Socorro y Agujero) y la mezquita, convertida en la iglesia de Santa María de la Granada, donde aún se observa perfectamente su alminar, el patio de las abluciones y unos hermosos arcos entre una interesantístima muestra de estilo gótico-mudéjar.

La muralla de Niebla

Las murallas y torreones cubren una extensión de 16 hectáreas con una altura máxima de 16 metros y su perimétro aproximado es de dos kilómetros.

De época cristiana también se conserva la Iglesia de San Martín, construida sobre una sinagoga; y el Castillo de los Guzmanes, edificado sobre la antigua alcazaba árabe después de la Reconquista. Es en este entorno donde se celebra cada verano el Festival de Teatro y Danza Castillo de Niebla.

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Perspectivas de la Iglesia de San Martín a través de arcos mudéjares de herradura.

Ya lo sabes, para descubrir Huelva tienes que pasar por Niebla, una ciudad con historia que te sorprenderá.

 


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Sube a lo alto de la Sierra, descubre la mezquita de Almonaster la Real

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La Mezquita de Almonaster la Real. El deleite que encontrarás al llegar será intenso: mira el Parque Natural Sierra de Aracena y Picos de Aroche; piérdete con la mirada en el verde y en las ondulaciones de las sierras; respira el frescor de los días cálidos y el frío penetrante del invierno; mira con los ojos del tiempo e intenta descubrir cómo sería este lugar cuando desde aquí se oraba a Alá. Observe el genio creador del hombre reflejado en la mezquita, un edificio sencillo, austero, sobrio… recréate en la tosca fuente, escucha el agua, mira el tiempo pasar. Cómo un momento es el inicio y el fin de otro, mire los restos romanos y visigodos que sirvieron para edificar este templo. Busca las peculiaridades del edificio. Estamos ante una auténtica joya para la Historia del Arte y para el disfrute de los sentidos, enclavada en un cerro y coronando Almonaster la Real.

Mezquita de Almonaster. Autor: Marcos Manuel Gómez Carmelo.

Mezquita de Almonaster. Autor: Marcos Manuel Gómez Carmelo.

La mezquita fue edificada durante el reinado de Abd al-Rahman III, en época Califal (entre los siglos IX y X). Tiene dos espacios fundamentales y diferenciados: la sala de oraciones hipóstila (haram) y el patio de abluciones (shan). Un tercer elemento importante es el alminar, desde donde el almuédano llama a la oración. El haram, de planta irregular, está formado por cinco naves -la central más ancha- perpendiculares al muro de la qibla, en cuyo centro se halla el mihrab más arcaico de la península, cubierto por media bóveda de horno, y alfiz con arco de herradura. Las columnas y capiteles del haram están construidos con material de acarreo, romano y visigótico; y los arcos, de ladrillo. El shan, excavado en la roca, es de planta irregular, casi cuadrada; la pila de abluciones está labrada en granito de forma tosca. El alminar sólo conserva de época islámica el tercio inferior y se accede a él a través de una escalera que gira en torno al machón central.

La mezquita de Almonaster la Real, única en España, se convirtió en iglesia cristiana a principios el s. XIII, tras la conquista por parte portuguesa. Se le añade un interesante ábside, cambiando su orientación. En el s. XVI el edificio fue remozado: se abrió la puerta del muro meridional, se añadió el porche, se labró la sacristía y se sumó al alminar un cuerpo de campanas. En el XVIII, el ábside cristiano se cubrió con una bóveda con pinturas al fresco, hoy día muy deterioradas.

Anímate y sube hasta uno de los lugares más altos de la Sierra de Aracena y Picos de Aroche y piérdete en su inmensidad.

La mezquita corona la Sierra y ofrece panorámicas preciosas al atardecer.

La mezquita corona la Sierra y ofrece panorámicas preciosas al atardecer.


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